jueves, 17 de octubre de 2013

Mi maternidad y yo




Hay días que la maternidad
me desborda como un río,
y me arrastra la corriente en remolinos
y me ahoga la impaciencia a borbotones.

 
Otros días la maternidad
me lava la cara con rocío,
con diminutas gotas de risa fresca,
con nueva vida aprendiendo a ser.
 
Hay días que mi maternidad
es suave brisa
meciéndome tranquila,
contemplativa,
acurrucada en un perfecto puzle
de teta y pequeña piel.
 
Y de repente mi maternidad se convierte en torbellino,
en levante emborronando el paisaje con su arena,
y me lleva en volandas como viento huracanado
y me asusta su vértigo veloz, descontrolado.
 
A veces  la maternidad me calienta el corazón,
se vuelve anaranjada, atardecer en verano,
una mezcla de mar y de sal,
de olas libres y amor radiante.

Aunque otros días
mi maternidad es de invierno inmóvil,
helado y aterido.
Me abandona  a mi suerte de madre congelada,
y soy oscura y fría, desnudez  aterrada.

Hay días de puerperio infinito,
de sentirme atrapada en un reloj detenido,
y el tiempo no transcurre
y duelen las posturas.

Otras lunas, sin embargo,
mi maternidad y yo
nos hermanamos en un círculo perfecto,
y el tictac es una danza
de tribu fusionada.
Entonces soy mujer
completa y plena,
abrazo a mis cachorros
y mis ojos
se cierran.

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